El sucesor de Francisco tendrá un perfil mucho más político que el del papa argentino, debido al momento en el que será elegido.
Tras la muerte del papa Francisco, arrancó el proceso para elegir al próximo jerarca de la iglesia Católica con sus 1,400 millones de fieles. Sin embargo, los tiempos políticos son muy distintos a los de la elección del argentino.
En 2013, cuando el cardenal argentino fue seleccionado como el sustituto de Benedicto XVI, el mundo vivía una ola de progresismo liberal. En Estados Unidos, gobernaba el demócrata Barack Obama, y discusiones sobre los derechos de las minorías reinaban en la agenda.
Desde entonces, muchas cosas cambiaron. En Europa, Estados Unidos y Latinoamérica, la extrema derecha ganó más espacios y poder. Donald Trump, el actual presidente estadounidense, lidera este avance y chocó en más de una ocasión con Francisco, incluso pocos días antes de su muerte, por sus posturas sobre la migración.
Esto se reflejó también al interior de la Iglesia Católica. El ala más conservadora, cercana a la tradición, comenzó a ser un obstáculo cada vez mayor para Francisco, quien se empeñó en sacar adelante su agenda reformista.
“Francisco en los dos últimos años se enfrentó a una resistencia feroz dentro de la propia Iglesia Católica que cuestionaba ese progresismo con el que inició su papado”, dice Felipe Gaytán Alcalá, especialista en sociología de la religión y profesor-investigador de la Universidad La Salle.
Ante este panorama, el próximo líder de la iglesia Católica deberá tener un perfil mucho más político, que social, como el que tuvo Francisco, quien priorizó la justicia social y el acercamiento a la feligresía en su pontificado.
Para el especialista, el próximo papa será más un jefe de Estado que un líder religioso o un pastor.
“De acuerdo con los cardenales, con lo que han dicho en varias entrevistas, se requiere alguien que sea más político”, dijo Gaytán. “Alguien que tenga autoridad política, no social ni moral. Alguien que, como dicen, ‘sepa menear el abánico'”.
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El sociólogo pone como ejemplo al papa Juan Pablo II, quien ejerció uno de los papados más largos de la historia.
“Juan Pablo II tuvo el sello político, fue un líder político y ejerció el poder del Vaticano en toda la extensión de la palabra”, aseguró.
Aunque también muy abierto sobre los temas de su interés, como la migración, Francisco jugó un papel más cercano al del pastor de la Iglesia, de acuerdo con Gaytán.
Para el especialista, el momento que vive el mundo, también requerirá de un papa mucho más dispuesto a jugar en el juego político, incluso sino deja de lado temas sociales del todo, aunque con un enfoque muy distinto al del papa argentino.
El próximo papa “va a tener que lidiar de izquierda, de derecha, con autoritarismos, con dictaduras”, dijo Gaytán, por lo que el perfil político va a ser necesario.
Gaytán aseguró que incluso si queda elegido un papa de perfil progresista o cercano a Francisco, como Pietro Parolin o Matteo Zuppi, estos tendrán un perfil mucho más conciliador que progresista.
“Si tenemos un Papa progresista no va a ser en la versión de Francisco, lo que vamos a tener es un papa más moderado”, explicó.
Gaytán, quien también es profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, indica que los cardenales estadounidenses tendrán un papel clave en el cónclave. Con 10 asientos, son el segundo país con mayor representación, solo detrás de Italia.
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Además, la diócesis estadounidense es una de las que más recursos brinda al Vaticano, por lo que también harán sentir su poder económico.
El cardenal Raymond Burke se convertirá en una figura clave en el cónclave. Fue uno de los críticos más feroces a la gestión de Francisco e, incluso llegó a cuestionar la autoridad papal después de que el pontífice permitiera la comunión a las personas divorciadas o restringiera la misa en latín.
“Burke no va a ser elegido papa, pero va a tener mucha influencia”, aseguró el académico.
Este cardenal tiene una relación importante con el vicepresidente de Estados Unidos, JD Vance, quien fue el último líder que se reunió con Francisco. Además, Burke y los cardenales estadounidenses tienen una gran relación con otros líderes conservadores al interior de la iglesia Católica.
“Desde Estados Unidos se ha articulado sobre todo el eje conservador. Han articulado a los cardenales en Alemania, en Holanda, en Hungría, en España. Se ha vuelto la cabeza del eje más conservador”, indica.
En el cónclave, más en uno que se perfila complicado, las alianzas y negociaciones política jugarán un papel muy importante.
“No se trata de un concurso de popularidad, sino de un juego político”, recordó Gaytán, y recordó que muchos de quienes parten como favoritos para ser papa salen del proceso aún como cardenales.