El presidente estadounidense, que ejerce cada vez más presión contra el país sudamericano, puede referirse a la nacionalización de la industria petrolera venezolana, de hace 50 años.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, advirtió esta semana que continuará su presión política y económica contra Venezuela “hasta el momento en que devuelvan a Estados Unidos de América todo el petróleo, la tierra y otros activos que nos robaron anteriormente”.
Trump ordenó el martes el “bloqueo total y completo” de petroleros sancionados, en una escalada en su ofensiva contra el gobernante izquierdista Nicolás Maduro, a cuyo gobierno desconoce.
El mandatario estadounidense también señaló que Maduro, a quien acusa de encabezar una organización criminal desde el poder, tiene los días contados.
Estas declaraciones llevan al petróleo, junto con las drogas ilícitas, al centro de la campaña de presión de la administración Trump contra el líder venezolano, Nicolás Maduro.
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Aunque los dos países no han tenido ninguna disputa territorial en el pasado, el mandatario estadounidense se refiere a la nacionalización de la industria petrolera venezolana, que cumplirá 50 años el próximo 1 de enero.
“El sudor, el ingenio y el trabajo estadounidenses crearon la industria petrolera en Venezuela. Su expropiación tiránica fue el mayor robo registrado de riqueza y de propiedad estadounidense”, escribió Stephen Miller, uno de los principales asesores de Trump.
American sweat, ingenuity and toil created the oil industry in Venezuela. Its tyrannical expropriation was the largest recorded theft of American wealth and property. These pillaged assets were then used to fund terrorism and flood our streets with killers, mercenaries and drugs. https://t.co/SXCAjcsFiF
— Stephen Miller (@StephenM)
December 17, 2025
La historia del petróleo venezolano comenzó hace más de un siglo. Geólogos de Royal Dutch Shell, en La Rosa, un campo petrolífero en la Cuenca de Maracaibo, encontraron en 1922 petróleo, que se filtró a un ritmo extraordinario de 100,000 barriles diarios.
“En cuestión de años, más de cien empresas extranjeras producían petróleo, respaldadas por el dictador general Juan Vicente Gómez (1908-1935)”, indica el Consejo de Relaciones Exteriores (CFR) en un artículo.
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La producción anual se disparó durante la década de 1920, de poco más de un millón de barriles a 137 millones, convirtiendo a Venezuela en el segundo país en producción mundial, solo superado por Estados Unidos, para 1929.
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Para la década siguiente, tres compañías controlaban el 98% del mercado petrolero venezolano: las estadounidenses Gulf y Standard Oil, junto con la neerlandesa Shell. Cuando murió Gómez, sus sucesores buscaron reformar el sector petrolero para canalizar fondos a las arcas del gobierno.
La Ley de Hidrocarburos de 1943 fue el primer paso en esa dirección, al exigir a las empresas extranjeras entregar la mitad de sus ganancias petroleras al Estado. Gracias a esta legislación, los ingresos del gobierno se sextuplicaron en cinco años.
Venezuela se unió a Irán, Irak, Kuwait y Arabia Saudita como miembro fundador de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) en 1960. Ese mismo año, el país sudamericano fundó su primera petrolera nacional, la Corporación Venezolana de Petróleo, y aumentó el impuesto sobre la renta de las compañías petroleras al 65% de las ganancias.
La siguiente década, con un ascenso abrupto en los precios del petróleo por la guerra del Yom Kipur, Venezuela se convirtió en el país con mayores ingresos.
La industria petrolera venezolana fue nacionalizada el 1 de enero de 1976, durante la primera presidencia de Carlos Andrés Pérez, y se reservó los derechos de exploración y explotación de los yacimientos del país a la compañía estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA).
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Pérez permitió a PDVSA asociarse con compañías petroleras extranjeras siempre que mantuviera el 60% del capital en empresas mixtas y, crucialmente, estructuró la compañía para que funcionara como una empresa con mínima regulación gubernamental.
En 2007, el entonces presidente Hugo Chávez modificó las reglas sobre la industria petrolera para obligar a las transnacionales a convertirse en socias minoritarias de PDVSA o retirarse del país.
La relación entre Washington y Caracas es ambigua en materia petrolera, puesto que el gobierno Trump renovó, aunque con cambios, la licencia que el anterior gobierno de Joe Biden había concedido a la petrolera Chevron para operar en el país sudamericano, que cuenta con enormes reservas de crudo y gas.
Chevron extrae y vende el crudo venezolano gracias a ese acuerdo, con lo que parte de la producción venezolana escapa a las sanciones.
“Las operaciones de Chevron en Venezuela continúan sin interrupciones y en pleno cumplimiento de las leyes y regulaciones aplicables a su negocio, así como de los regímenes de sanciones previstos por el gobierno de Estados Unidos”, explicó un portavoz de la petrolera, Bill Turenne, en un correo electrónico enviado a la AFP.
Chevron representa el 10% de la producción nacional venezolana, gracias a una empresa mixta con la petrolera estatal PDVSA.
Pero tras los cambios en su licencia introducidos por el gobierno Trump, Chevron ahora solo puede exportar el 50% que le corresponde de esa “joint venture”. El otro 50% Venezuela tiene que tratar de exportarlo por su propia cuenta.





